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En la frontera, una crisis de fe

Las iglesias de Cristo en el sur de Texas muestran compasión – donde pueden.

McALLEN, TEXAS – “¡Zapatos!” una mujer grita al mundo, enfáticamente, mientras pasa rápidamente junto a Dale Fielder, como respuesta a su pregunta, “¿Hay algo que necesites?”

Fielder, un anciano de la Iglesia de Cristo en Pharr, Texas, se paró entre cámaras de televisión y mesas cubiertas con ropa donada, con letreros que describían “Niños” y “Niñitas.”

Tantos como 172 inmigrantes por día han llenado este Centro de Respiro, una breve parada al final de un éxodo de 1,700 millas desde Centroamérica.

Los afortunados llegan a esta ciudad al sur de Texas, después de pasar semanas, incluso meses, vadeando entre ríos infestados con caimanes y montados encima de carros del ferrocarril.

Venden todo lo que tienen y pagan a coyotes, ladrones, cantidades de $6,700 dólares para que los lleven, ilegalmente, a través de México y fronteras de los EEUU. Muchos mueren en el transcurso- asaltados, robados, o traficados como trata de personas. Los que sobreviven, llegan aquí con ropa, y zapatos, en andrajos.

“Conlleva verdadero valor,” dijo Brenda Riojas, portavoz de Caridades Católicas, quien supervisa el Centro de Respiro y otro ubicado a 60 millas al este de Brownsville, Texas. Diariamente, escucha historias que quebrantan el corazón, historias de sus familias – de esposos, hermanos, muertos a manos de pandillas en El Salvador, Honduras, Guatemala y Nicaragua.

“Realmente los vemos como refugiados,” dijo Riojas. “Ellos no vienen aquí por capricho, para hacerse ricos… parece más sobrevivencia.”

Grupos religiosos de toda clase se han unido, incluso la Iglesia de Cristo en Harvey Drive, en McAllen. El ministro de la Iglesia, Abel Álvarez, es un voluntario registrado quien trajo a Fielder aquí para saber como su congregación podía ayudar.


PHOTO BY ERIK TRYGGESTAD

Ellos llegaron minutos después de América Ferrera, una actriz americana con ascendencia hondureña, conocida por su rol en la serie de televisión “Ugly Betty.”

Los reporteros se amontonaron alrededor de la actriz mientras leía un libro a los niños inmigrantes. Ella dijo que esperaba encender una luz en las caras humanas más allá de la crisis fronteriza.

Desde octubre de 2013, la patrulla fronteriza de los EEUU ha apresado a 63,000 niños sin acompañantes – un número muy cercano a los adultos con niños – cerca de la frontera mexicana. Esa es una curva dramática que se ha elevado en los últimos años, aunque ese número ha disminuido significativamente en meses recientes.

Por ley, el Centro de Respiro sirve solamente a familias, mayoritariamente a madres y niños, quienes han hecho previamente su viaje al norte. Niños sin acompañantes, quienes algunas veces llegan con notas pegadas a su ropa, mostrando las direcciones de parientes en los EEUU, son enviados a otros lugares.

Después de que los oficiales americanos los liberan del viaje, las familias visitan el Centro de Respiro, donde pueden tomar baños, dejar que sus niños jueguen con voluntarios, comer una comida caliente, y obtener nuevas ropas y zapatos. Después de algunas horas, los voluntarios los colocan en autobuses con destinos como Nueva York, Los Ángeles, Tennessee e,  Iowa, donde esperan sus audiencias de indulgencia en la corte.

A 1,700 millas más lejos – en Washington – los legisladores debaten si las políticas de inmigración de los Estados Unidos han contribuido a la crisis.

Mientras tanto en McAllen, “Es una verdadera bendición ver que la política se queda fuera de estas puertas,” dijo ella, “y el enfoque está ayudando a nuestros hermanos en Cristo.”
SIRVIENDO EN UN SUR DE TEXAS CAMBIADO
Los problemas de inmigración ilegal no son nada nuevos para los cristianos en el valle de Río Grande, Texas, “pero ahora es peor que jamás ha sido,” dijo Dewey Young, un anciano de la Iglesia de Harvey Drive.

Él y su familia se mudaron a la parte sur del estado en 1978. En ese entonces predominaban los anglos en una iglesia de 350, dijo él. Pronto añadieron un servicio en español, por separado. 

Abel Alvarez
Ahora el valle, hogar de 1.3 millones de personas, es más del 90% hispana. La Iglesia ha luchado con el ajuste. Los domingos por la mañana en la bruma de la crisis fronteriza, cerca de 40 personas, anglos y latinos, se reunieron para adorar a Dios.

Álvarez, el predicador de la Iglesia por siete años, dirigió los himnos en inglés y español. Además de servir a la Iglesia, sirve a estudiantes en el Distrito Independiente de Escuelas de McAllen, donde ha ayudado a iniciar iniciativas de tecnología con sociedad con su alma mater, la Universidad Cristiana de Abilene.

Él ha asistido a reuniones con Comunidades Religiosas para Ayuda en Desastres–una coalición de iglesias incluyendo iglesias católicas y bautistas y el Ejército de Salvación–sobre la crisis fronteriza. Los católicos y los protestantes no cooperan juntos normalmente en los proyectos, dijo él, pero el enfoque de las reuniones es la “logística de ayudar a las personas.”

“Somos una iglesia pequeña,” le dijo a la congregación, “pero recientemente, los eventos han conspirado hasta traer algo a nuestros pies.

“No me toca dictar la política fronteriza de los EEUU,” dijo. “Llevo un sombrero cristiano…y ése nunca se quita.”
Haciendo más que “me gusta” en Facebook
Este verano, miembros del grupo de jóvenes de Harvey Drive sirvieron a inmigrantes recién llegados a su comunidad, sin saberlo. 

Lauren Hudspeth
Los jóvenes viajaron 480 millas al norte a Abilene, Texas, para poder participar en el Campamento de Kadesh Vida en ACU. Durante el campamento, los jóvenes limpiaron cunas de emergencia para los Recursos de los Samaritanos Globales, un ministerio de ayuda, apoyado por la Iglesia.

Semanas después, Danny Sims, el director ejecutivo del ministerio, manejó una camioneta llenado de cunas y suministros a McAllen, para ser usados por los inmigrantes.

Lauren Hudspeth, un ministro de jóvenes de la iglesia, dijo que era privilegiada por ayudar, y aliviada de que podía hacer algo por una causa, más que solo decir “me gusta” en Facebook.

“Podemos enojarnos por eso y decir que necesita cambiar,” dijo ella acerca de la crisis, “pero tenemos que hacer el cambio, junto con Dios.”
Listos y orando para hacer algo más
Otras iglesias a través del valle de Río Grande están haciéndo lo que pueden para ayudar. En Harlingen, la Iglesia de Cristo 8th y Harrison se asoció con Healing Hands International, otro ministerio de ayuda apoyado por la iglesia, para recolectar cajas de ropa, pasta dental, jabón, y otros artículos esenciales. Cada año cerca de la Navidad, los miembros de la iglesia distribuyen cajas entre las colonias empobrecidas de comunidades hispanas en el sur de Texas.

En Pharr, la Iglesia de Cristo del Norte ha trabajado en las colonias por 30 años, dijo el anciano Craig Cooper. Randal Adcock, el coordinador de proyectos de la Iglesia, coordina “una misión 24/7” para los latinos en estas comunidades, dijo Cooper.


PHOTO BY LYNN MCMILLON

En esta crisis, los cristianos tendrán más oportunidades de ayudarles cuando–y si–el gobierno permite que los voluntarios sirven a los niños que no vienen acompañados, dijo Cooper.  Mientras tanto, el Centro de Respiro pide chaquetas, mochilas y tarjetas telefónicas para las personas que puedan servir, él dijo.

Y todavía necesitan zapatos.

También “hemos intentado estar disponibles como conducto de fondos para aquellos que quieran trabajar a través de una Iglesia de Cristo,” dijo, “y hemos tenido varias donaciones para el trabajo.”

En Harvey Drive, Álvarez animó a sus compañeros cristianos a pasar tiempo en oración, buscando la sabiduría de Dios para navegar un mar de la política mientras buscan maneras de ayudar.

“Nosotros llenamos el tanque de gasolina en la montaña,” él dijo, “para que podamos bajar al valle y servir.”

Visita: https://christianchronicle.org/article/at-the-border-a-crisis-of-faith#sthash.xwDpkKHs.dpuf

Filed under: National News One Nación Under God Series

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