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Editorial: Una iglesia de residentes extranjeros


(Read this editorial in English)

Esta no es la Tierra Prometida. Este es Egipto.

Mientras iniciamos una nueva serie, “Una Nación Bajo Dios,” oramos por la sabiduría y las sugerencias de Uds. nuestros lectores fieles.  Queremos explorar las facetas diversas del ministerio hispano en los EE.UU. — de una manera que honra a Dios.

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A medida que nuestra fecha límite se acercaba, la crisis de la frontera apareció en los titulares y encendió los ánimos. Es un tema acalorado, potencialmente divisivo para cristianos anglos y latinos.
¿Dónde trazamos la línea entre la compasión y el respeto a las leyes del país? ¿Cómo podemos reducir la brecha cultural en medio de tales cuestiones polémicas?
Dan Rodríguez, ministro y profesor de estudios hispanos, nos dio un punto de partida para entender cuando habló en un servicio dominical multilingüe en Nashville, Tennessee.
Los latinoamericanos que vienen a los EE.UU. no buscan la tierra prometida, dijo. Su situación es similar a la de los hijos de Jacob en Génesis 42 — que dejan la tierra de Canaán durante una hambruna, con la esperanza de encontrar comida en Egipto.
Allí encuentran el hermano que vendieron como esclavo, José, y un nuevo lugar para vivir.
Pero anhelan la tierra que dejaron atrás.
Muchos inmigrantes latinoamericanos se sienten de la misma manera, dijo Rodríguez. Al conocer la unidad cristiana, debemos darnos cuenta — todos nosotros — que este mundo no es nuestro hogar.
En vez de definirnos a nosotros mismos por nuestra nacionalidad (cristiano americano , cristiano hispano), debemos esforzarnos por ser buenos residentes extranjeros mientras esperamos, juntos, cuando nuestro Padre nos llame a casa.
“Estoy orgulloso de ser estadounidense,” dijo Rodríguez. “Tengo un pasaporte norteamericano. Pero después de que muera, no me va a servir de nada. “
Mientras tratamos de conseguir la unidad cristiana en nuestra nación cada vez más diversa, que todos podamos recordar donde reside nuestra ciudadanía verdadera.

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